jueves, 28 de marzo de 2024

¿Qué son los cinerarios?

Nueva realidad en el ceremonial de la muerte

El padre Luis Boccia y primer cinerario de la ciudad de Rosario, en "Sta. Rosa de Lima"

Por Miguel Carrillo Bascary

El término “cinerario” remite a un lugar preparado para recibir los restos de una cremación a los que habitualmente se conoce como las cenizas de los difuntos. La Iglesia Católica les asigna un espacio sagrado, desde lo conceptual y material.

En la perspectiva cultural de Occidente y de la América latina en particular, asi como la tradición de la Iglesia Católica establece pautas ceremoniales sobre la disposición de los restos mortales a través de la inhumación en un espacio de suelo especialmente consagrado[1] o bien, su entrega al mar, si el fallecimiento ocurría durante la navegación.

Las enseñanzas de la Iglesia

Lo primero que debemos recordar, segùn la enseñanza de la Iglesia, es que los seres humanos somos únicos en la historia del universo y que estamos formados por un alma y un cuerpo. Con la muerte ocurre su separación que se prolongará hasta que el final de los tiempos en que volverán  a reunirse, en forma sobrenatural por toda la eternidad, algunos en presencia de Dios, otros en su perenne ausencia. La creencia sobre la reencarnación en otro ser humano o sustancia natural (animal, vegetal, mineral o energía) es contraria a la fe católica.

Como directiva pastoral en el “Código de Derecho Canónigo” de 1983 se especifica[2] que, mediante las exequias, La Iglesia obtiene para los difuntos la ayuda espiritual y honra sus cuerpos, y a la vez proporciona a los vivos el consuelo de la esperanza, se han de celebrar según las leyes litúrgicas” y por esto “aconseja vivamente que se conserve la piadosa costumbre de sepultar el cadáver de los difuntos; sin embargo, no prohíbe la cremación, a no ser que haya sido elegida por razones contrarias a la doctrina cristiana”.

En cuanto a la cremación, anteriormente se consideraba un ritual pagano y no fue hasta 1963 con la “Instrucción Piam et constantem, que la renovación litúrgica impulsada por el Concilio Vaticano II extendió la posibilidad de llevarla a cabo. Hasta entonces esto solo se admitía por excepción fundada en razones de salubridad pública. En esa oportunidad la Iglesia explicó que la cremación no era contraria a "una verdad natural o sobrenatural" y que aquellos que pidieran ser cremados no incurrían en pecado, por lo que podían recibir válidamente los sacramentos y oportunamente nada obstaba a la procedencia de funerales religiosos.

También el “Catecismo de la Iglesia Católica”, en su numeral 2.301, confirmó lo expresado, con los siguientes términos: “La Iglesia permite la incineración cuando con ella no se cuestiona la fe en la resurrección del cuerpo”. En el “Directorio sobre Liturgia y Pastoral Popular” del año 2001, la Iglesia prevé sobre la cremación, pero advierte sobre no conservar las cenizas en las casas. Dice su numeral 254:

En nuestros días, por el cambio en las condiciones del entorno y de la vida, está en vigor la praxis de quemar el cuerpo del difunto. […] Respecto a esta opción, se debe exhortar a los fieles a no conservar en su casa las cenizas de los familiares, sino a darles la sepultura acostumbrada, hasta que Dios haga resurgir de la tierra a aquellos que reposan allí y el mar restituya a los muertos.”

La consideración del tema siguió en estudio de la Iglesia a través de amplias consultas hasta que, llegado el año 2016, la “Congregación para la Doctrina de la Fe”, con autorización del Papa Francisco, emitió la “Instrucción Ad resurgendum cum Christo acerca de la sepultura de los difuntos y la conservación de las cenizas en caso de cremación". Esta es la norma oficial que hoy regula la materia con validez universal y que los obispos deben tener presente para aplicarla en sus diócesis. La Iglesia difunde su texto completo en diversos idiomas desde la web oficial del Vaticano, a la que podrás acceder cliqueando en https://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_20160815_ad-resurgendum-cum-christo_sp.html (versión en español)

El punto 2 del documento recuerda en breves palabras las enseñanzas de la Iglesia sobre la vida, la muerte y la resurrección, por lo que convendría repasarlas.

Allí se consigna que la inhumación (entierro, en el lenguaje popular) “es en primer lugar la forma más adecuada para expresar la fe y la esperanza en la resurrección corporal” prometida por Cristo en su Evangelio, ya que “favorece el recuerdo y la oración por los difuntos por parte de los familiares y de toda la comunidad cristiana, y la veneración de los mártires y santos”. El documento señala también que con ello “se ha opuesto a la tendencia a ocultar o privatizar el evento de la muerte y el significado que tiene para los cristianos”.

El punto más concreto dice:

4. Cuando razones de tipo higiénicas, económicas o sociales lleven a optar por la cremación, ésta no debe ser contraria a la voluntad expresa o razonablemente presunta del fiel difunto, la Iglesia no ve razones doctrinales para evitar esta práctica, ya que la cremación del cadáver no toca el alma y no impide a la omnipotencia divina resucitar el cuerpo y por lo tanto no contiene la negación objetiva de la doctrina cristiana sobre la inmortalidad del alma y la resurrección del cuerpo. La Iglesia sigue prefiriendo la sepultura de los cuerpos, porque con ella se demuestra un mayor aprecio por los difuntos; sin embargo, la cremación no está prohibida, «a no ser que haya sido elegida por razones contrarias a la doctrina cristiana”.

En cuanto a la disposición de las cenizas, el numeral 5 especifica: “Las cenizas del difunto, por regla general, deben mantenerse en un lugar sagrado, es decir, en el cementerio o, si es el caso, en una iglesia o en un área especialmente dedicada a tal fin por la autoridad eclesiástica competente”. Lo que abona el respeto por el fallecido e impide su olvido por parte de sus deudos y de la comunidad toda. Es de interés destacar el contenido del punto 6 en cuanto no se permite “… la conservación de las cenizas en el hogar. Sólo en casos de graves y excepcionales circunstancias” y que tampoco “pueden ser divididas entre los diferentes núcleos familiares”.

Mientras que el punto 7 estipula taxativamente que no se autoriza “la dispersión de las cenizas en el aire, en la tierra o en el agua o en cualquier otra forma” ni su conversión “en recuerdos conmemorativos, en piezas de joyería o en otros artículos[3]”. Para el que caso “de que el difunto hubiera dispuesto la cremación y la dispersión de sus cenizas en la naturaleza por razones contrarias a la fe cristiana, se le han de negar las exequias, de acuerdo con la norma del derecho” canónico, como lo prevé el punto 8 de la Instrucción. Estas prohibiciones se fundamentan en la proliferación conceptos panteístas, naturalistas o nihilistas que contradicen la doctrina de la Iglesia, los que lamentablemente están más extendidos de lo que suele pensarse. Es notorio que muchas personas de buena fe piensen que la dispersión de las cenizas es práctica autorizada por la Iglesia.

Cabe advertir que hay quienes equivocadamente consideran que los cinerarios de las iglesias son “depósitos de cadáveres”. El error radica en que las cenizas no son tales, sino residuos neutros, esterilizados por el procedimiento de cremación, por lo que no implican ningún potencial contaminante. La normativa oficial no prohíbe la práctica, antes bien, regula la cremación en detalle[4]. En consecuencia, los cinerarios no son cementerios encubiertos.

En el año 2006, el entonces arzobispo de Bs. Aires, monseñor Jorge Bergoglio emitió recomendaciones para la instalación de cinerarios en su jurisdicción, que sirvieron de guía para otras. Aquí se trascriben al finalizar la nota. 

Cinerarios en Rosario

En nuestra ciudad el primer cinerario parroquial se habilitó el 30 de agosto del año 2015 en un anexo del templo parroquial de “Santa Rosa de Lima”, al que más adelante se incorporó un segundo. Desde entonces, el Arzobispo local autorizó muchos más, como los de “Ntra. Sra. de Lourdes[5]”, “San Juan Evangelista” y "San Miguel Arcángel", hoy son más de veinte.



Cinerario de la parroquia de “Nuestra Señora de Lourdes”


Cinerario de la parroquia “San Miguel Arcángel” 

En la Catedral de Rosario

Desde fines del pasado año 2023 el templo santuario arquidiocesano y basílica menor, que está dedicado a Nuestros Señora del Rosario, anexa un conjunto formado por cuatro cinerario que el Arzobispo Mons. Eduardo Martin consagró a sus efectos.

Para esto se adaptó un pequeño jardín donde previamente se habían depositado los restos de los primeros pobladores inhumados durante el siglo XVIII y la primera década del XIX que se habían extraído del antiguo cementerio aledaño al templo, cuando se realizaron los trabajos que permitieron abrir el Pasaje “Juramento”, la vía peatonal que une la plaza “25 de Mayo” con el Monumento a la Bandera. Esti ocurrió en el año 1999. De ello da testimonio la lápida que se observa en la fotografía.

Vista desde el pasaje Juramento

Detalle del sector, se observan tres de los cuatro cinerarios habilitados

El conjunto tiene una capacidad para varios miles de unidades de cenizas.

Toma que explicita la estructura interna del cinerario

Visión general del cinerario de Catedral a poco de su finalización

Interesa destacar

Un católico puede disponer la cremación de su cuerpo estando en vida y en pleno uso de sus facultades volitivas, pero que también puede especificar su decisión de que su cuerpo no se someta al procedimiento. Esto se concreta por cualquier vía aceptada por el Derecho Civil. Si no lo hace expresamente, su familia resolver al respecto.

Si se revolviera depositar las cenizas en un cinerario parroquial, la práctica general implica que los familiares del difunto registren su voluntad de hacerlo, para lo cuál se deberá llevará el acta de defunción a la oficina del templo. Oportunamente el cura párroco convoca a la comunidad a una ceremonia especial que se realiza en el interior del templo, a la que se invita a los amigos y familiares del difunto, quienes concurren trayendo las respectivas urnas que contienen las cenizas. La comunidad reunida, presidida por el sacerdote se dirige luego ante el cinerario donde se cumple con la postrera etapa del ritual, en la que las cenizas se vuelcan en el cinerario, acompañando el pritual con oraciones, cánticos y palabras adecuadas, para terminar con la bendición que imparte el presbítero a los presentes. Algunas fotografías tomadas el día que se inauguró el cinerario de la Catedral de Rosario ilustrarán lo expuesto.

El párroco Osvaldo Mascerola mientras los files se ordenan luego de misa

La Cruz acompañada de ciriales abre iliare

Procesión de varias familias llevando las urnas que contienen las cenizas 

El sacerdote dirige una oracion acompañando a los presentes

El sacerdote se apresta a volcar las cenizas

Las urnas liberadas de su contenido se devuelven a los interesados quienes dispondrán libremente de ellas.

No es obligación que en toda parroquia exista un cinerario.

Tampoco existe una tarifa ni un canon por mantenimiento, los fieles podrán entregar la colaboración que estimen en su conciencia y según sus posibilidades.

Los cinerarios parroquiales no son manifestaciones de necrofilia, sino una forma de dar a las cenizas de los hermanos fallecidos un lugar digno, en forma acorde a las verdades de la fe católica.

Cualquier duda debe consultarse con el sacerdote que esté a cargo de una parroquia con cinerario.

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Anexo – Directivas para la formación de cinerarios dadas por el entonces arzobispo de Bs. Aires, hoy papa Francisco

Mons. Jorge Bergoglio y su escudo episcopal

“1. El lugar para colocar el Cinerario Común podría ser el atrio, sea éste cubierto o descubierto, o en algún espacio verde que tenga el templo, éste debe ser un espacio digno, no un rincón o algo parecido.

2. Puede ser una fosa de 2 o 3 metros de profundidad, de 1 m por lado, con una losa que lo cubra, con una abertura de 0,20 x 0,25 cm por donde introducir las cenizas.

3. Su ornamentación no debe ser ni pomposa ni tan disimulada que pase inadvertida. Tal vez con un grabado o imagen de Cristo, con texto bíblico y una frase que nos recuerde a nuestros hermanos en la fe, que esperan de nosotros y nosotros esperamos de ellos.

4. Puede ser construido un cuadrado, rectángulo o cilindro de unos 80 cm de alto, con una tapa de hierro o mármol con candado para su resguardo.

5. Debería haber también un lugar para que los fieles puedan depositar sus ofrendas florales.

6. Es recomendable que las cenizas sean depositadas sin urna para que no ocupen lugar por la misma capacidad de la fosa (de todos modos, en un metro cúbico entran 5.000 cenizas).

7. Es bueno que la misma familia deposite las cenizas de sus parientes después de haber celebrado una misa por ellos.

8. Es bueno que sea fijado un día por semana o por mes para esto, y en la medida de lo posible que sea un gesto comunitario (varias familias).

9. Que, junto con la celebración de la Eucaristía, haya una pequeña paraliturgia, procesión, etc., de todos los fieles que han participado de la misa hasta el lugar de la sepultura, y una aspersión de cada ceniza antes de que la familia las deposite en el Cinerario.

10. Es recomendable llevar un registro (libro) de los restos depositados, día del fallecimiento y día en que fue depositado. Y entregar un certificado a la familia.

11. Es recomendable que no se permita colocar a los deudos placas recordatorias, porque además de correr el riesgo de desprolijidad, pueda dar lugar a la ostentación personal, creando diferencias. A menos que se estandarice de tal manera que sean todas iguales y de un tamaño pequeño. En todo caso, lo mejor es que las placas con los nombres de los fieles difuntos las coloque la propia parroquia así serán todas iguales.

12. Según el lugar donde esté ubicado el Cinerario, podría colocarse una alcancía como ofrenda para misas de difuntos (la gente querrá colocar su contribución).

13. Es posible también, construir junto al Cinerario un lugar apropiado para que los fieles coloquen sus cirios encendidos.

14. Dentro de la ficha de identificación y datos de cada difunto, es conveniente que conste quién es el familiar que se hace responsable de la colocación de las cenizas, por posibles problemas jurídicos.”

Demás está decir que una vez depositadas las cenizas en los cinerarios comunes estas se mezclan con las existentes, por lo que no corresponde (como ha ocurrido) que tiempo más tarde algún familiar pueda reclamarlas. Por otra parte, producida la cremación ya no es posible realizar ninguna pericia genética ya que el ADN se destruye.

 

[1] El actual Codigo de Derecho Canónico establece varias disposiciones sobre los cementerios que el interesado podrá consultar en los cánones 1240 a 1243 en https://www.vatican.va/archive/cod-iuris-canonici/esp/documents/cic_libro4_cann1240-1243_sp.html

[3] Puede extrañar esta disposición, pero se justifica ya que en ciertas circunstancias surge un mercado que ofrece a los deudos confeccionar objetos a partir de las cenizas que, como restos carbónicos que son pueden transformarse en joyas, anillos, pulseras y otros elementos, a manera de recuerdos.

[4] Véase como ejemplo el “Reglamento General de Cementerios y Crematorios de la ciudad de Rosario” (Argentina) Ordenanza Nº6.484/1997: https://www.rosario.gob.ar/mr/normativa/otras-normas/ordenanzas/ordenanza-6484-1998

[5] Este se distingue de los demás por estar formado por pequeñas parcelas en las que se depositan las cenizas sin confundirse con las de otros fieles. Son 789 espacios con capacidad para 4 urnas cada uno.

martes, 26 de marzo de 2024

Las matracas de Semana Santa

Costumbre olvidada

Por Miguel Carrillo Bascary

Todavía hay quienes recuerdan estos antiguos instrumentos de percusión que desde la Edad Media y hasta la década de 1960 reemplazaban a las campanas durante la Semana Santa.

Era una costumbre netamente española que por derivación cultural se extendió a Hispanoamérica, también a Portugal y el Brasil. Las normas litúrgicas posteriores al Concilio Vaticano II no las mencionan, de donde erróneamente se interpretó que fueron prohibidas, hoy han caído totalmente en desuso, más allá de que en algunos puntos se intente restablecer su empleo.

Producen un sonido a madera, crepitante, áspero, repetitivo, cuya modalización solo es posible si se disminuye la intensidad del estímulo mecánica. Para los oñidos no acostumbrados y para los niños en especial producen un impacto inocultable, perturbador.

Se considera que su sonido representa los fenómenos naturales catastróficos con que la Naturaleza se expresó inmediatamente después de fallecer Nuestro Señor Jesús en el Calvario, como las que relatan los evangelistas Marcos (cap. 15, versículo 38), Lucas (cap. 23, 44 y 45) y Mateo (cap. 27, 51), tinieblas, temblores, rocas que se quiebran, rasgado del velo del templo, apertura de tumbas y resurrección de muertos. En otras ocasiones los monaguillos se apoderaban de matracas y tablillas para sus juegos.

A la fecha la mayoría de estos dispositivos han desaparecido, están incompletas o fuera de servicio. Algunos se conservan como elementos de museo o subsisten como curiosas piezas de colección como podrás verlas y escuchar en https://www.youtube.com/watch?v=6qJnUjjYYbE tal como lo documenta el artesano Francisco Marcos Fernández.

Los especialistas discuten sobre el correcto empleo de los nombres que se asignan a estos elementos: matracas, carracas y tablillas, pero el vulgo los utiliza indistintamente.

Por tradición, durante la misa se empleaban en sustitución de las campanillas que tocan los acólitos antes de la consagración, durante la elevación y, antiguamente, también en la doxología. Asimismo, en los oficios de maitines y laudes, desde el Miércoles Santo hasta el Viernes Santo, oportunidad en que al ocultarse el cirio en el llamado “oficio de tinieblas” los fieles golpeaban los bancos y se hacía todo el ruido posible, en lo que las matracas tenían singular protagonismo. De esta manera se llegó a identificar el sonido de las matracas con los ceremoniales de Semana Santa.

El reemplazo de las campanas obedece a que se las concibe como elementos festivos, por lo que se consideraba que no cuadraba hacerlas tañer en los momentos de mayor recogimiento de la Semana de Pasión.

Un uso no litúrgico se les daba durante los “pasos” de las hermandades de penitentes que tan comunes se dan en la región. Con su sonido procuran acallar las voces de la multitud para acompañar la reflexión. Para acentuar este efecto los ejecutantes se organizan en grupos.

En algunos casos extremos, pero bastante abundante durante el período se usaban grandes dispositivos llamados “de campanario” o “de sacristía” con los que se convocaba a los fieles a la misa. Un ejemplo que podrás oír, a partir del que pertenece a la catedral de Pamplona (https://www.pinterest.es/pin/439593613604289254/)

La Lingüística indica que el termino “matraca” proviene del árabe “mitraqa”.

Las matracas más simples consisten en una lengua de madera (excepcionalmente de metal) que es golpeada por una rueda dentada, a la que se hace girar con un mando. Sobre esta base, la creatividad de cada artesano introdujo innovaciones asombrosas. Los tamaños también varían, algunos se accionan con manivelas, otros pueden llevarse caminando. Aún puede señalarse las confeccionadas con mandíbulas de burro o carnero. Cuando son de pequeño formato se emplean como cotillón en las fiestas infantiles.

Una variante son las tabletas, formadas por tablillas, que en la Antigüedad y en la Edad Media estaban obligados a usar los leprosos para anunciar su presencia y que resultaban más económicas que los cencerros y campanillas.

sábado, 23 de marzo de 2024

Inédita restitución de la bandera de guerra del Reg Infantería 12

Original ceremonia, culmen de una meritoria iniciativa

Bandera de Guerra, confeccionada por la Sastrería Militar, con la nomenclatura original: RI 12 “Grl Arenales”, y sus ornamentos

Nota del editor: El blog Banderas Argentinas tiene mucho gusto en presentar al autor de esta colaboración que expresa la interesantísima experiencia que implicó la restitución del vexilo a esa gloriosa unidad del Ejército Argentino. El hecho es un episodio notable en la Vexilología histórica y un paradigma del Ceremonial, que sirve como precedente para casos similares.

 

Por el general de brigada (R) “VGM” Carlos María Marturet[1] 

En un hecho sin precedentes en la historia militar universal, veteranos de guerra de Malvinas (VGM) restituyeron, a su Regimiento la Bandera de Guerra que fuera incinerada durante el conflicto bélico de 1982.

El 15 de octubre de 2021, en la ciudad de Toay, provincia de La Pampa, asiento de paz del Regimiento de Infantería Mecanizado 12 “General Arenales”, la Comisión de Veteranos de Guerra, restituyó a su regimiento, la Bandera de Guerra y el asta reconstituidos, que habían sido ofrendados como última acción del combate de Darwin – Pradera del Ganso (Goose Green), el 29 de mayo de 1982.

El actual Regimiento de Infantería Mecanizado 12 “General Arenales”, es una unidad histórica del Ejército Argentino, que se creó en Cochabamba (actual Estado Plurinacional de Bolivia) el 26 de julio de 1815, por decreto del Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, brigadier José Casimiro Rondeau (Buenos Aires, 1773–Uruguay, 1844), con motivo del inicio de la Tercera Campaña al Alto Perú. Su primer jefe y organizador fue el coronel Juan Antonio Álvarez de Arenales (Salta, 1770 –Bolivia, 1831), a quien se rinde homenaje con su actual designación.


Cronología abreviada RI 12 “General Arenales” en operaciones de combate

El 2 de abril de 1982, se produce desembarco y recuperación de las Islas Malvinas por parte de la República Argentina. En este momento histórico, el Regimiento de Infantería 12 “General Arenales”, se emplazaba en la ciudad de Mercedes, provincia de Corrientes, formaba parte de la IIIra Brigada de Infantería, cuyo comando se situaba en la ciudad de Curuzú Cuatiá, en la misma jurisdicción. El Regimiento contaba con su Plana Mayor, la Compañía Comando, la Compañía Servicios y dos Compañías de Infantería, la “A” y la “B”.

El 4 de abril, el Regimiento recibió la orden de Alistamiento y Completamiento de su Cuadro de Organización (orden que regula la estructura de un elemento militar), con oficiales y suboficiales que les serán asignados, y soldados conscriptos de las clases [19]61, 62 y 63.

El 6 de abril, se adelanta la Orden Preparatoria para la movilización, con probable empleo, en la zona de responsabilidad del Vto Cuerpo de Ejército, en el litoral patagónico.

El 9 de abril, se incorporan a la Unidad oficiales y suboficiales procedentes del Comando de Institutos Militares. Ello permitió completar los órganos de comando, control y apoyo del regimiento y se reactivó la Compañía de Infantería “C”.

El 12 de abril, se recibe la Orden de Movilización de la Unidad. Esta disponía que la forma de desplazamiento seria escalonada, y que para ello se deberían emplear medios propios (automotores), ferroviario, aéreo y naval, según fuera necesario. El destino final se fijaba en la ciudad de Comodoro Rivadavia en la provincia de Chubut.

El 13 de abril, el Jefe de Regimiento, ya presentado en Comodoro Rivadavia, recibe la orden de organizar una zona de protección del litoral marítimo, en un área de 80 kilómetros, que cubre un sector del golfo de San Jorge, entre la ciudad de Comodoro Rivadavia y la de Caleta Olivia (provincia de Santa Cruz). Para su alojamiento, el Regimiento debió emplear la forma de vivac–acantonamiento (en carpas y otras instalaciones disponibles).

Del 16 al 19 de abril, el Regimiento completó su reunión en Comodoro Rivadavia y es desplazado, con medios de transporte no orgánicos (de uso civil), y distribuido en el sector de protección del golfo de San Jorge. No se tiene información precisa respecto de la situación del armamento pesado de la Unidad ni de la provisión de equipo individual y de abrigo para operar en zonas frías.

El 20 de abril, se recibe una nueva Orden de Operaciones: el Regimiento deberá organizar y ocupar una zona defensiva próxima a la frontera con Chile, en la zona de El Zurdo, distante a 155 km de la ciudad de Río Gallegos, en la provincia de Santa Cruz.

El 21 de abril, se inicia la marcha nocturna. A la madrugada del día 22, la columna motorizada es detenida inesperadamente, en un solitario puesto policial caminero, y se le ordena regresar y ocupar nuevamente el dispositivo de protección del litoral marítimo en el sector de la ciudad de Caleta Olivia.

El 23 de abril, se recibe una nueva Orden de Operaciones: el Regimiento será trasladado a las Islas Malvinas, a disposición del comandante del Teatro de Operaciones. La Unidad ocupa una nueva zona de reunión en Comodoro Rivadavia. Allí se entregan las camperas (duvet) de abrigo. El personal y su equipo individual serán desplazados por modo aéreo, y el material rodante y pesado por modo naval. Estos materiales nunca llegarán.

El 24 y 25 de abril, el Regimiento completa su concentración en las Malvinas, ocupando una zona de reunión próxima al aeropuerto. Se advierte el clima de las islas: viento, llovizna y frío. La unidad completa 24 horas sin racionamiento.


Misiones generales asignadas al regimiento: Ocupar un sector defensivo próximo al poblado de Prado del Ganso y Puerto Darwin, al sur del istmo que une la parte norte de la isla Soledad con la península de Lafonia; con la finalidad de:

1. Constituir un elemento de reserva, destinado a reforzar a las tropas de Puerto Argentino en caso de eventual ataque británico.

2. Proporcionar seguridad a la Base Aérea Militar “Cóndor” (BAM “Cóndor”), que opera desde ese sector.

3. Constituir una base de apoyo intermedio entre las guarniciones de Puerto Argentino y las de la isla Gran Malvina.

4. Por último, debe permanecer alistado para ser desplazado y cubrir posibles desembarcos en lugares no cubiertos como, por ejemplo, San Carlos.


El 26 al 29 de abril, el regimiento realiza marcha vaivén (a pie y motorizada) hasta la falda sur del monte Challenger (fin de camino), cargando sus bolsones porta-equipo, donde se instala una zona de reunión y defensiva, a la espera de su traslado final por modo helitransportado.

Particularidades del contexto: El regimiento recibe sus primeros racionamientos en caliente desde la llegada al Teatro de Operaciones; además, en esta posición, la Unidad sufre sus tres primeras bajas de combate y se confirma la presunción menos esperada: la situación estratégica operacional limita el movimiento naval; en consecuencia, el Regimiento se queda sin su material rodante, sin su propio apoyo logístico, y sin sus medios de apoyo de fuego pesado.

El 30 de abril, el Regimiento disminuido, en razón que le fuera segregada la Compañía de Infantería “B”, por habérsele asignado otra misión operacional, completa su desplazamiento aéreo. Se instala una zona de reunión transitoria próxima a la Base Aérea Militar (BAM) “Cóndor” (en Darwin). La Compañía de Infantería “B”, se reintegrará al Regimiento en las últimas horas del 28 de mayo.

El 1º de mayo, se recibe la primera alerta roja. A las 08:25 horas la aviación británica bombardea las instalaciones de la BAM “Cóndor”. El Regimiento, en previsión de próximas acciones enemigas, despliega sus elementos, asignando sectores defensivos primarios. Como resultado del ataque aéreo enemigo la BAM “Cóndor” queda inoperable.

El 8 de mayo, los efectivos posicionados en Darwin se constituyen en la denominada: Fuerza de Tareas “Mercedes” (bautizada en honor de la ciudad asiento de paz del Regimiento). Hasta el momento la Unidad no ha recibido la Orden de Operaciones completa.

Entre el 9 y el 21 de mayo, el Regimiento realiza actividades de preparación territorial y de seguridad, acordes con la misión asignada. Las limitaciones de abasteciendo logístico imponen restricciones al racionamiento, tanto en cantidad como en calidad. Se manifiestan casos de desnutrición. El enemigo intensifica notablemente las actividades de reconocimiento aéreo, bombardeo selectivo y fuego naval.

El 21 de mayo, se inicia el desembarco británico en el estrecho de San Carlos y establecen una cabecera de playa en el puerto homónimo.

Entre el 22 y el 26 de mayo, los británicos inician el avance y cerco sobre las posiciones argentinas en Darwin y Pradera del Ganso.

Entre el 27 y el 29 de mayo, se libra la batalla de Pradera del Ganso. A las 08:30 horas del 29 de mayo, luego de haber acordado, durante la madrugada, los términos de una honrosa capitulación, las tropas argentinas, rinden sus armas. Pero unas horas antes, a las 02:10 horas del 29 de mayo, es incinerada la Bandera de Guerra del Regimiento y, junto con el asta que portara, son arrojadas sus cenizas al mar. Aquí comienza el sentido de nuestro homenaje.

Entre el 1º y el 10 de junio, los prisioneros argentinos son trasladados, por modo aéreo, al establecimiento de San Carlos, y luego embarcados en el buque “Norland”. Este navío civil, movilizado y reacondicionado para el conflicto, equipado con zona de aterrizaje para helicópteros, era un buque de gran porte, apto para el transporte de cargas pesadas, por lo tanto, disponían de amplias bodegas, con gran capacidad de almacenamiento.

El 12 de junio, luego de tres días de navegación, los defensores de Darwin son desembarcados en el puerto de Montevideo (Uruguay) e inmediatamente trasladados a buques de la Flota Fluvial Argentina, que los conducen a Río Santiago (Buenos Aires).

El mismo 12 de junio, embarcado en micros militares, los efectivos del regimiento son trasladados al “Centro de Recuperación de Prisioneros de Guerra”, en Campo de Mayo (Buenos Aires), como paso previo al reintegro del personal a sus destinos de paz.

Del 13 al 17 de junio, alojados en el Centro de Recuperación, los veteranos de guerra realizan actividades de: control médico psicofísico general, cambio completo de uniforme de combate, provisión de correajes, armamento en reemplazo del perdido en las islas, descanso y recreación, visita de familiares, y para los cuadros y soldados con residencia en un radio de hasta 60 kilómetros, se les otorgan 24 horas de franco.

El 18 de junio, el regimiento recibe la orden de regreso, por modo ferroviario, a su asiento de paz.

El 19 de junio, el Jefe del Estado Mayor General del Ejército (en ese entonces todavía Comandante en Jefe del Ejército), despide, en sentida ceremonia a los integrantes del RI 12 “Grl Arenales” y a los otros elementos que integraran la Fuerza de Tarea “Mercedes”. Por la tarde se produce el embarque y, con las últimas luces del día, la partida.

20 de junio, bajo una llovizna persistente, la histórica campana de la estación ferroviaria, anuncia con su tañido el arribo a Mercedes del tren especial que transporta al Regimiento. El pueblo entero los recibe. Los Veteranos de Guerra y los ciudadanos que allí se han convocado exteriorizan, con inmensa alegría y orgullo, lo que sus conciencias y corazones le confirman. Y ese sentimiento, se resume en el radiograma que el Jefe de Regimiento, el 14 de junio, le enviara a su hijo, entonces subteniente destinado en el Regimiento de Infantería Aerotransportada 17 en la ciudad de Catamarca: (…) Hijo querido, puedo mirarte a los ojos. Un abrazo. Tu padre (…)”.

Este tren especial, junto con los Defensores de Darwin, también trasladaba la sentida memoria de haber cumplido y brindado a su Patria:

- 80 días de alistamiento y movilización, desde la tarde del 2 de abril, hasta el mediodía del 20 de junio.

- 50 días en operaciones en las Islas Malvinas.

- 5 días de reconocimiento y ablandamiento de la posición, desde la conquista de la cabeza de playa en San Carlos, e inicio de la marcha de aproximación, el 23 de mayo, hasta el completamiento del cerco sobre Darwin–Pradera del Ganso, el 27 de mayo.

- 28 horas en combate, desde el inicio de los fuegos de preparación, a las 23:00 horas del 27 de mayo, hasta el acuerdo del cese el fuego, y el inicio de las condiciones de capitulación, a las 03:00 horas del 29 de mayo.

- 35 muertos en combate.

- 86 heridos en operaciones y en combate.

- 1 Cruz: “La Nación Argentina al Heroico Valor en Combate”.

- 5 Condecoraciones: “La Nación Argentina al Valor en Combate”.

- 35 Condecoraciones: “La Nación Argentina al Muerto en Combate”.

- 72 Condecoraciones: “La Nación Argentina al Herido en Combate”.

- 37 Menciones Especiales por: “Destacado Desempeño en Malvinas”.

 

La incineración de la Bandera de Guerra

Como ya se adelantó, la Bandera de Guerra con la nomenclatura original del RI 12 “Grl Arenales”, fue incinerada, para no ser rendida, en las primeras horas del último día del Combate de Pradera del Ganso, el 29 de mayo de 1982.

A continuación - relatada por su propio jefe -, el entonces teniente coronel Ítalo Ángel Piaggi, la conmovedora referencia histórica del momento en que se adoptó la resolución de quemar la bandera:

(…) 29 de mayo de 1982; 02:10 horas; Reunión de Comandos Orgánicos: Expongo sumariamente [narra el entonces teniente coronel Piaggi] mi personal resolución de acordar el cese del fuego y la rendición, asumiendo en plenitud esa responsabilidad.

Las órdenes inmediatas que imparto son: Ordeno al Capitán Sánchez, [Arnaldo Luis] presentar en la reunión la Bandera de Guerra del Regimiento 12 de Infantería. Una vez la bandera en brazos del Capitán, anuncio que no estoy dispuesto a rendirla y entregarla a los mandos enemigos y que, ante la eventualidad – y cualesquiera fueran las consecuencias de mi decisión – procederé a quemarla, previa renovación del juramento de fidelidad y despedida por parte de los presentes, que efectivizarán besándola individualmente.

La tensa emotividad del momento es indescriptible. A mi turno, el último, beso a mi bandera y la entrego al Capitán Sánchez con una escueta orden: ¡Proceda! La Bandera de Guerra del Regimiento 12 de Infantería “General Arenales” es incinerada en la hornalla de una cocina con el fuego de turba de las islas.

Los mandos presentes retornan a sus puestos. Queda la historia como testigo (…)[2]”.

Las cenizas de este símbolo patrio, junto con las dos partes que constituían el asta, fueron arrojadas al mar. Tiempo después, finalizado el conflicto, una patrulla inglesa de reconocimiento, descubrió y recogió en la playa, el segmento superior del asta, que el mar había devuelto a la costa, la cual fue trasladada a Londres.

Treinta y cuatro años después, esta reliquia histórica inició el regreso a su Regimiento. El 23 de mayo de 2016, en una emotiva ceremonia realizada en el Harris Manchester College, de la Universidad de Oxford (Inglaterra), el entonces Segundo Jefe del 2º Batallón de Paracaidistas, Teniente Coronel (R) Chris Keeble, en un acto de honor y reconocimiento al valor en combate de los Veteranos del “12”, restituyó, en nombre del Ejército Británico, al Segundo Jefe del Regimiento, Teniente Coronel (R) “VGM” Alberto Horacio Frontera (por fallecimiento del Jefe Regimiento “General Arenales”, Coronel (R) VGM Ítalo Ángel Piaggi), esta pieza histórica, que portara la Bandera de Guerra del Regimiento.

 

Ceremonia de restitución del asta de la Bandera del RI 12 “General Arenales”, realizada el 23 de mayo de 2016, en el Harris Manchester Collegede la Univ. de Oxford (Inglaterra)

Y por fin, el 2 de abril de 2018, en una sentida ceremonia realizada en el actual asiento de paz del RI Mec 12 “Grl Arenales”, en Toay, provincia de La Pampa, el Teniente Coronel (R) “VGM” Alberto Horacio Frontera, en un gesto de generosidad y justicia, en representación de los veteranos de guerra de Malvinas, reintegró esta reliquia histórica, para su custodia, honra, guarda y conservación.

 

La iniciativa para la restitución de la Bandera incinerada

Este acontecimiento generó, en un grupo de veteranos, la idea de hacer lo propio con la Bandera de Guerra que había sido incinerada. El 15 de agosto de 2019, una representación de jefes, oficiales, suboficiales y soldados Clases 1961, 1962 y 1963, veteranos de guerra del Regimiento, se reunieron en el Salón de Sesiones de la Fundación “El Uno Grande de Buenos Ayres”, del Regimiento de Infantería 1 “Patricios”, con el objetivo de tratar el proyecto de reponer, al RI Mec 12 “Grl Arenales”, la Bandera de Guerra, con la identificación original con la que combatió en la Islas Malvinas y que fuera ofrendada (incinerada) la última noche del ataque y tramitar, ante las autoridades militares, las autorizaciones, para su aceptación, y uso – exclusivamente -, en toda oportunidad en que el RI Mec 12 “Grl Arenales”, celebre y/o conmemore un acontecimiento relacionado con la Guerra de Malvinas.

La inmediata y unánime aceptación, permitió dar inicio con los trámites administrativos. En consecuencia, el 13 de septiembre de 2019, día del Arma de Infantería, la comisión de veteranos organizada para este fin, cursó al Jefe RI Mec 12 “Grl Arenales”, la nota solicitando la aceptación de la donación de una Bandera de Guerra con la nomenclatura histórica original de: RI 12 “Grl Arenales”; y la gestión, ante las autoridades del Ejército Argentino, para la aceptación de la donación y el uso, en las oportunidades relacionadas con la participación del regimiento en el Conflicto del Atlántico Sur en 1982.

En octubre y noviembre de 2019 se cursaron las notas ante los Comandos Superiores: la Xma Brigada Mecanizada “Teniente General Nicolás Levalle”, la Fuerza de Despliegue Rápido, el Comando de Adiestramiento y Alistamiento, y finalmente ante el Estado Mayor General del Ejército. Paralelamente, se encargó a la Sastrería Militar, la confección de la nueva Bandera, que fue recibida por la comisión en fecha significativa, el 20 de noviembre, día de la Soberanía Nacional.

Finalmente, el 30 de noviembre de 2019, el Jefe del Estado Mayor General del Ejército, firmó la resolución de la aceptación de la donación de la Bandera, con la nomenclatura histórica de: RI 12 “Grl Arenales”, y la autorización para su exposición y uso, exclusivamente, en ceremonias oficiales relacionadas con la Guerra de Malvinas.

Respecto del asta original histórica, se resolvió que vuelva a cumplir el objeto para el cual fue creada: portar la Bandera de Guerra a ser restituida. Para ello fue puesta en valor, agregándole el segmento inferior faltante, que fue torneado en la madera original de “guayahivi”, y lustrada de color oscuro. El segmento superior del asta original lleva inserta una placa grabada que señala la autenticidad de la reliquia, y el pin que orgullosamente portan los veteranos de guerra del Regimiento.

Segmento superior del asta histórico original, con el agregado de una placa que señala su autenticidad, junto con el emblema (pin) que distingue a los VGM del RI 12 “Grl Arenales”

Asta de la Bandera completa con sus dos segmentos

 

Ceremonia de Restitución del asta y la Bandera de Guerra

El 15 de octubre de 2021, en la plaza de armas de la Guarnición de Ejército Toay, con el Regimiento formado, y el acompañamiento de todas las Banderas Veteranas de la Brigada, se realizó la ceremonia de restitución de la Bandera y el asta reconstituidos.

Guardia de Honor que custodia el asta y la Bandera de Guerra a ser restituida

El emotivo y solemne acto fue presidido por el Comandante de la Fuerza de Despliegue Rápido, el Comandante de la Xma Brigada Mecanizada “TG Nicolás Levalle”, y como Jefe de Tropas, el Jefe RI Mec 12 “Grl Arenales”. Autoridades civiles, de las fuerzas vivas y familias acompañaron como invitados especiales.

Los VGM fueron representados por la Comisión de Restitución, y un nutrido grupo de oficiales, suboficiales y soldados veteranos.

Los momentos más significativos de la ceremonia se vivieron con: la bendición, y luego con la entrega de la Bandera de Guerra por parte de dos veteranos, al Comandante de la Fuerza de Despliegue Rápido, quien hizo lo propio con el Jefe de Regimiento; y para finalizar, el desfile encabezado por el símbolo patrio militar restituido.

Terminada la formación, la Bandera fue trasladada a la Sala Histórica de la Unidad, y depositada en su cofre, donde permanece en vigilia. En este mismo lugar, el Jefe de Regimiento y dos veteranos descubrieron el “muro al sacrificio y al valor”, que rememora, en imagen y texto, a los 35 héroes caídos en combate. Como cierre de los homenajes, frente a la Sala Histórica, se inauguró el “Sendero de los Guerreros de Malvinas”, una vía que conduce al Cenotafio de la Guarnición, guarecido por “liquidámbares”, árboles de la familia de los ornamentales, cuyo color rojo vivo, rememora los caídos en la gesta malvinense. Como testimonio de gentileza, los cuadros y soldados del Regimiento, clausuraron este día memorable, agasajando a sus veteranos con un brindis de homenaje.

Con esta crónica de la restitución de la Bandera de Guerra, los VGM nos propusimos narrarles a las nuevas generaciones de “cochabambinos”[3] un capítulo de la extensa y heroica historia de esta unidad de combate; y lo hicimos porque sabemos que los años transcurren, y que las generaciones se suceden, y lo que unos sabían, otros ignoran o ya no recuerdan bien. Resulta entonces necesario, de tiempo en tiempo, volver a relatar, los hechos del pasado, y recordar, para honrar, las historias de nuestras instituciones militares.

VGM del RI 12 “Grl Arenales”, participantes de la ceremonia, junto al asta que porta la Bandera de Guerra restituida 

El Asta y la Bandera del 12 de Infantería (Poesía)


(...) Un trozo de historia, un trozo de vida
perdura en la Gesta, del ochenta y dos,
el asta del 12 vuelve a asir la bandera,
como un nuevo emblema, de recordación.
Treinta y nueve años pasaron del hecho,
de aquel suceso que determinó,
quemar la bandera, para no entregarla,
por no verla en manos, del vil invasor.
Hay que tener mucho de macho y soldado,
y el descernimiento de la decisión,
quemar ese emblema, el del regimiento,
conlleva a la duda y a la indecisión.
Pero ante el tremendo y cruel desenlace,
de aquella batalla, del ochenta y dos,
ante el compromiso de nunca entregarla,
se la incineraba, por guardar su honor.
Desde ahi a la fecha, el asta desnuda,
esperaba el tiempo, de resurrección,
siempre se mostraba, como árbol desnudo,
sin hojas ni flores, pero con honor,
hoy el asta tiene, bandera de nuevo,
y en memoria de esos, que allá están con Dios (...)"

Armando Roberto Antúnez (Buenos Aires, 1960)[4]

(…) En Honor a nuestros Caídos, por el Orgullo de ser Veteranos, y por la Gloria del Regimiento de Infantería 12 General Arenales (…)

Foto 1: Cuja, asta y Bandera de Guerra restituida, en el cofre, en vigilia (Sala Histórica del RI Mec 12 “Grl Arenales”)

Foto 2: Distintivo de combate de la Unidad. Imagen de AnabelCampos10

Foto 3: Escudo-premio obtenido en el bautismo de fuego de la Unidad en el combate de “La Floryda” (25 de mayo de 1814)

 

Escudo distintivo “A los Bravos de Malvinas”, otorgado a los Veteranos Combatientes y a las Unidades que perticiparon en este conflicto. 



[1] Coordinador de la Comisión de Restitución. Licenciado en Estrategia y Organización. Miembro de número y secretario general del Instituto Nacional Belgraniano, y miembro de número del Instituto Argentino de Historia Militar.

[2] Teniente Coronel Ítalo Ángel Piaggi (Jefe del Regimiento de Infantería 12 “General Arenales” durante el Conflicto por Malvinas), “Defensa y caída de Ganso Verde” (Fragmento), en el libro: “Ganso Verde: Campaña del RI 12 "General Arenales" en el TOAS - Islas Malvinas”, Capítulo V, Sudamericana Planeta, Buenos Aires, 2001.

[3] El nombre “cochabambinos” proviene del Departamento de Cochabamba en el Alto Perú (actual Estado Plurinacional de Bolivia), lugar donde fue creado, y de donde provinieron los primeros soldados de este Regimiento. Este hecho fundacional aconteció durante la Tercera Expedición Auxiliadora al Alto Perú (1815–1816), en el marco de la Guerra por la Independencia Argentina, siendo su primer jefe el coronel Juan Antonio Álvarez de Arenales.

[4] Poeta, músico y locutor.